14.1.07

A PROPÓSITO DEL MERCADO

En su comentario al artículo anterior El Espantapájaros manifestaba su deseo de que se planteasen nuevos temas económicos, y la verdad es que su petición no pudo llegar en mejor momento ya que es mi deseo comentarles una anécdota al respecto. Llegadas las vacaciones navideñas, y como suele suceder en la mayoría de los hogares españoles, toda la familia suele reunirse algún día para celebrar una de esas comidas a las que es obligatorio asistir y que se caracterizan por la cantidad de estupideces que se afirman y por su tendencia a derivar en discusiones estériles e improductivas. Pues bien, en tan extravagante evento tuvieron la ocurrencia de plantear cuestiones económicas del estilo a las siguientes: “Lo que no veo bien es que haya gente que, trabajando menos, gane más que yo” o “lo bueno que tiene España es la Seguridad Social”, además de destacar cómo el Estado puede generar riqueza mediante la construcción de obras públicas. Lo más curioso es que tales afirmaciones fueron vertidas por gente que trabaja en el sector privado. Pasemos a analizarlas.

“Lo que no veo bien es que haya gente que, trabajando menos, gane más que yo” Tal afirmación no tendría nada de sorprendente si quien la dijo fuese comunista pero eso no es así y por lo tanto habría que aclarar al respecto que en el sistema de libre mercado el precio de los bienes y servicios no viene determinado por la cantidad de horas de trabajo empleadas en los mismos, sino por el valor subjetivo que los demandantes otorgan a éstos así como por su escasez. Si se quebrantase este principio tan básico el sistema de fijación de precios quedaría tan adulterado que la consecuencia sería un colapso económico digno de la antigua Unión Soviética o de Corea del Norte.
“La cantidad de trabajo o de otros bienes de orden superior utilizados para la producción del bien cuyo valor analizamos no tiene ninguna conexión directa y necesaria con la magnitud de este valor” “En la vida práctica, nadie se pregunta por la historia del origen de un bien; para valorarlo sólo se tiene en cuenta el servicio que puede prestar o al que habría que renunciar caso de no tenerlo. Y así, no pocas veces, bienes en los que se ha empleado mucho trabajo no tienen ningún valor y otros en los que no se ha empleado ninguno lo tienen muy grande” Carl Menger, Principios de Economía Política, Capítulo III.
Antes de entrar en el complejo tema de la Seguridad Social hay que prestar atención a la tercera cuestión planteada: “El Estado puede generar riqueza mediante la construcción de obras públicas” Para rebatir tal argumento debemos prestar atención a las explicaciones de Hazitt. La construcción de obras públicas que no son necesarias y que tienen como único objetivo la creación de empleo son engañosas ya que éstas son financiadas con el dinero que los particulares pagan a modo de impuestos y que, de no emplearse en la construcción de tales obras, sería invertido en otros bienes y servicios que ahora ya no van a venderse. Todo consiste en un tema de costes de oportunidad, esto es, que para poder elegir una cosa tienes que renunciar necesariamente a otra, con la diferencia de que los individuos y el mercado asignan eficientemente los recursos mientras que el Estado no tiene esa buena costumbre. El problema es que, como afirmaba el economista liberal, la riqueza destruida no se percibe pese a que sea mayor que la que finalmente se ha creado. Cosa bien distinta son las obras públicas que son necesarias y que no son construidas con el único objetivo de “expandir la economía”.


La siguiente afirmación no es tan disparatada aunque sí discutible en cierta medida: “Lo bueno que tiene España es la Seguridad Social”. Este tema es lo suficientemente complejo como para dedicarle un artículo entero aunque ello no quita de que podamos adelantar aquí algunas ideas. A menudo los intervencionistas se aprovechan de los temores de la gente y afirman que si no hubiese Seguridad Social las personas que se pusiesen enfermas morirían o que los ancianos no tendrían pensión. Pero si el mercado ha demostrado funcionar mejor que el sector público cuando se trata de prestar cualquier bien o servicio, ¿por qué va a ser diferente con la sanidad? Si actualmente la sanidad privada es cara es porque hay escasa competencia debido a la intervención del sector público. Si uno mismo administrase el dinero que el Estado nos sustrae para pagarnos la Seguridad Social y parte del IRPF y si el mercado funcionase en un entorno de libre competencia, seguramente la prestación sanitaria recibida sería de mayor calidad y sobraría para planes de pensiones. Porque el secreto de la Seguridad Social es que el dinero pagado no se capitaliza, es decir, que no se crea un derecho real a nuestro favor que nos permita reclamar todo lo que hemos pagado. La única excepción que cabría sería la de sectores sociales como los menores a los que, debido al principio del individualismo, no se les puede hacer responder de los logros de los padres (de quienes dependen) cuando se trata de temas como sanidad y educación. Pero si me lo permiten trataré este asunto con más profundidad en otro momento.

4 Comments:

At 14/1/07 5:00 p. m., Blogger Samuel J. said...

Muy interesantes los temas que usted expone; son cuestiones muy propias de la sobremesa. Yo también he oído algunas conversaciones sobre economía.

Le planteo un caso. Una familia numerosa recibe becas del Ministerio de Educación para que sus hijos puedan estudiar (colegio, instituto, universidad). Cuando los dos primeros hijos cumplen los veinticinco años, legalmente ya no son familia numerosa, trabajan, pagan la seguridad social y se costean los alquileres de sus pisos, que bien caros están. El tercer hijo, mucho menor que los otros dos, gracias al cual eran familia numerosa, se queda como hijo único y recibiendo becas miserables. El tercer hijo no puede recurrir a sus hermanos, porque estos ya tienen muchas responsabilidades, gastos de coche, agua, luz, teléfono y no pueden ayudarle.

Si se supone que las becas del estado son para abastecer la desigualdad, ¿por qué la acentúan todavía más? Precisamente los más perjudicados acaban siendo los más pobres.

No vengo a usted a pedirle una solución salomónica, pero me gustaría conocer su opinión al respecto. De la Seguridad Social, estoy seguro que podrá decirnos muchas cosas más y lo leeremos con gusto. Como usted dice, hay pocos blogs que traten asuntos económicos. Y éste es de mis preferidos.

Un cordial saludo.

 
At 14/1/07 10:25 p. m., Blogger El Espantapájaros said...

Muchas gracias por la mención y por recoger mi petición.

No soy muy ducho en economía (sé lo básico para defenderme y poco más), por lo que siempre agradezco a Victrix que plantee estas cuestiones y las resuelva con sencillez y claridad desde los mejores argumentos económicos, que, para mí, son los liberales. Además, puedo decir que las tres frases que son analizadas y, finalmente, desmanteladas, son de uso común en los encuentros familiares a los que se refiere al comienzo del artículo, especialmente la de la Seguridad Social. Este último, tratado de forma crítica, es un tema tabú en España. Cualquiera que se atreva a poner en entredicho la Seguridad Social es inmediatamente demonizado, descalificado, se le convierte en un apestado, al mismo tiempo que casi todo el mundo denosta el sistema norteamericano.

Supongo que, como todo, la Seguridad Social española tiene sus grandes ventajas, pero también sus grandes carencias y contras, puntos débiles que deberían ser tenidos en cuenta a la hora de sacralizarla o cristalizarla. En fin, siguiendo el escrito, me parece convincente que una auténtica competencia en la sanidad mejoraría ésta y redundaría en beneficio de los pacientes. Del mismo modo creo que, hoy día, la Seguridad Social española empieza a renquear y fallar junto con el futuro desplome de las pensiones.

Aun así y por el momento, en España, tanto la sanidad pública como la educación pública (otro tema que da para uno y muchos artículos), son realidades que difícilmente podrán ser alteradas por políticas liberales, caso de haberlas, claro.

Un saludo

 
At 19/1/07 2:07 p. m., Blogger VICTRIX said...

Respecto a la duda de Samuel he de reconocer que no estoy muy informado acerca de las becas pero sí que alguna vez me había planteado el caso de una familia numerosa que deja de serlo pero que debe seguir haciendo frente a los gastos que supone la educación de los hijos menores y que ya no se aprovecha de tal circunstancia. Ya le comento que no sé mucho sobre becas, pero creo que hay varios tipos y que la familia que deja de ser numerosa y que no puede pagar la educación universitaria de sus hijos siempre podría recurrir a la beca del Estado siempre y cuando cumpla determinados requisitos en lo que respecta a rendimiento académico e ingresos familiares. Además creo que también existe una beca que se le concede a la gente que, por no vivir en la ciudad, debe hacer frente a gastos de alquiler de piso o de colegio mayor. En ese aspecto yo no creo que haya problema, o al menos según veo yo con la gente de mi clase, pues no son pocos los que disfrutan de estas ayudas. Incluso he visto yo casos de cierta picaresca en los que estudiantes con coche propio piden becas para libros.

El tema de las familias numerosas también es algo complejo ya que a veces me pregunto si es mejor fijar la edad de 25 años para dejar de contar o atender a otra serie de circunstancias como puede ser que ese hijo ya tenga un trabajo remunerado y que su mantenimiento no dependa exclusivamente de los padres. Probablemente lo más lógico sería combinar ambas opciones. No obstante, y volviendo a su duda, la familia que deje de ser numerosa y que tenga dificultad para pagar la educación de un hijo funcionaría como una familia normal que pide una beca al Estado para compensar su escasez de recursos económicos. Aparte de todo hay que reconocer que el precio de las matrículas en España no es caro, sobre todo en las carreras económicas, jurídicas y de letras.

Un saludo.

 
At 20/1/07 5:58 a. m., Blogger El Cerrajero said...

No hay duda de que todos los días se aprende algo nuevo.

Un saludo.

 

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