13.9.06

VALLADOLID: CIUDAD CASTELLANA

Por fin estuve en Valladolid, una ciudad que tenía muchas ganas de visitar y que, quizá por dejadez o por las recomendaciones de la gente, nunca había tenido la ocasión de conocer. Cuando preguntas a alguien sobre qué ciudad te recomienda visitar siempre te responde que San Sebastián por la playa de la Concha, Salamanca por sus monumentos, Segovia por el acueducto, Santander por sus playas... pero he de reconocer que nunca nadie me había recomendado visitar Valladolid, algo que, después de la experiencia, considero un craso error. Pasaré ahora a comentarles las conclusiones que pude extraer de la ciudad, pero no sin antes agradecerle a una lectora vallisoletana sus acertadas recomendaciones, ya que gracias a las mismas pudimos conocer todos los rincones de interés.

Antes les comento que organizamos el viaje atendiendo a sus recomendaciones y no en grupo organizado ya que, a mi modo de ver, las excursiones guiadas tienen algunos inconvenientes. En primer lugar la escasa libertad que puedas tener a la hora de moverte libremente por la ciudad que se visita y en segundo lugar el verse uno sometido a los horarios y a las restricciones de esta clase de excursiones. Por no hablar del hartazgo que siempre provoca escuchar a un esmerado guía comentarte cada mínimo detalle artístico de un monumento, con lo que esto supone: Gente que bosteza y se coloca las manos en los riñones para intentar aguantar de pie. Aunque cuando pregunta al final del recorrido si los sufridos turistas han disfrutados, éstos comentan entre gemidos que sí. De modo que opté por hacerme con un mapa y recorrer por mi mismo la ciudad.

Lo que más me llamó la atención fue su extensión, más pequeña de lo que yo pensaba o de lo que me habían comentado. Cierto es que centré mi visita especialmente en la zona céntrica y monumental, pero así todo hubo tiempo para visitar parte de las afueras y de cruzar el Pisuerga. Incluso ya por la tarde opté por prescindir completamente del mapa, pues bien sabía por donde se iba a todas las partes de la ciudad. No obstante, a pesar de ser más pequeña de lo que pensaba, Valladolid destaca por su monumentalidad y ostentación de sus edificios en comparación con cualquier otra ciudad de Castilla y León, que a su lado parecen pueblecillos tranquilos y más aseados, con escasos edificios que sean dignos de mencionar. Y no me refiero a los monumentos, pues Castilla y León es toda ella una Comunidad monumental, sino a los edificios que, siendo dedicados a viviendas u oficinas, muestran una grandeza, una clase y una ostentación digna de ser mencionada.

Más adelante pasaré a comentarles los edificios y los monumentos en particular, pero antes me gustaría concluir con estos aspectos introductorios que a mí personalmente me resultaros muy interesantes. Pues bien, comentarles que si Gallardón es el rey de las zanjas, el alcalde de Valladolid sería digno de hacerle sombra, porque según pude apreciar había lugares como la Calle Miguel Iscar (creo) o la Plaza Circular que son absolutamente intransitables, al igual que la Plaza Mayor y la Catedral. U otros monumentos que, como la iglesia de San pablo, se encuentran en obras. A ello hay que unir que, por la fecha que elegí para el viaje, estaban siendo desmontadas buena parte de las casetas de las fiestas locales, lo cual dificultaba más si cabe la circulación de los peatones. Pero ello no oscurece la opinión que tengo de Valladolid, que es muy buena, ya que me encontré con una ciudad bastante limpia y debidamente cuidada y organizada, aunque algo polvorienta.

Pero, como les comento, Valladolid es una gran ciudad en la que pude apreciar gran actividad y movimiento urbano, tanto en el centro como en algunas zonas más periféricas que tuve ocasión de visitar. Respecto a la gente, y en relación con lo que comentaba la amable lectora vallisoletana en uno de sus comentarios a un escrito anterior, es una curiosa mezcla entre pueblerismo y refinamiento. Mismamente te podías topar con una persona especialmente bien vestida y arreglada y tres calles más adelante encontrarte con un señor con la camisa a medio abrir, un palillo en la boca y zapatillas de estar en casa, algo que yo personalmente no he observado en ciudades más norteñas. La gente por lo general no mostraba mucha educación, más bien por frialdad y por introversión que por malos modales. O al menos eso creo. Añadir también (y ruegos perdonen ustedes el inciso) que las chicas son bastante más guapas que en otras ciudades del norte de Castilla y León, donde tienen un aspecto bien embrutecido y afeado que mucho deja que desear en comparación con las vallisoletanas. Y créanme que no miento. En fin, cierro el inciso.

En cuanto a los monumentos en particular, a mí me gustó especialmente la Academia de Caballería, un edificio realmente bello e impresionante que me detuve a observar varios minutos sin pestañear. Magnífico. También me gustó mucho la Plaza Mayor, muy del estilo a otras plazas mayores castellanas pero con un tono rojizo que le daba una especial vistosidad que intentaban corromper sin ningún éxito unas vallas que la invadían y que no aprecié bien si se trataba de obras o de los esqueletos de los chiringuitos que estaban siendo desmontados por casi toda la ciudad debido a las fiestas locales, como ya comenté. Aunque fue difícil tomar una foto buena, la tienen entre las que he elegido para mostrarles. Igualmente magnífica la Catedral, que también les muestro, y que nuevamente estaba rodeada de hormigoneras, obreros y palas, al igual que la iglesia de San Pablo. Así todo su factura es muy buena y es curiosa su diferencia con las catedrales góticas de Burgos o León. Quizá lo que la estropee un poco sea su ubicación, no en una zona espaciada y amplia, donde se permita el paseo y una buena perspectiva, sino entre muchas callejuelas y casas. Así todo es muy bonita.

Quizá lo único que le eche en cara a la ciudad sea la aglomeración urbana que en ocasiones es excesiva y muy recargada, ya sea tanto en el casco antiguo como en las zonas exteriores, ya que apenas hay zonas amplias y despejadas para el paseo, estando estas igualmente saturadas de árboles, jardines y estatuas. Es, por así decirlo, un poco agobiante en ocasiones. La zona del río está bien cuidada e incluso dispone de una playa fluvial y de un embarcadero que contrastan con las grandes torres de edificios que se pueden ver desde el mismo. Campo Grande es sin duda el pulmón de la ciudad, una gran zona arbolada, bien cuidada y, por lo que pude ver, sin presencia de vandalismo y delincuencia, como suele ser habitual en este tipo de zonas, que a menudo albergan borrachos, quinquis, drogaditos y gentuza variada. Así que muy bien, muy refrescante su visita en un día caluroso como fue el del lunes. Y es que no miento si les digo que me quemé un poco. Disponía incluso de un estanque con un chorro de agua que sorprende a quien cree que sólo se topará con árboles.

Como conclusión les digo que Valladolid me pareció una ciudad muy señorial y muy completa, que disfruta de todas las comodidades de las grandes ciudades y que al mismo tiempo no tiene ni atascos monumentales ni mucha delincuencia, el menos por lo que yo pude ver. Por lo tanto le recomiendo su visita a toda aquella persona que quiera pasar un buen día paseando entre monumentos y típicos rincones castellanos, con la ventaja que supone poder visitar la ciudad en un solo día. Yo al menos tengo previsto volver el mes que viene...

...no sólo para disfrutar de la ciudad de Valladolid y de los rincones que no pude visitar esta vez, sino también para poder contemplar la soledad y la austeridad que transmite el paisaje castellano castigado por el sol.


7 Comments:

At 13/9/06 3:44 p. m., Blogger vitio said...

Muy buen artículo. Yo estuve hace bastantes años ya en Valladolid, y me gustó mucho. Espero que haya disfrutado.
Un saludo.

 
At 13/9/06 4:07 p. m., Blogger El Espantapájaros said...

Excelente relato de su visita, de la que veo salió más que satisfecho. Puesto que tengo familia allí, he visitado la ciudad en varias ocasiones: Castilla pura, y conserva bien la dignidad y el porte de la que fue por un breve período de tiempo capital de España.

Un saludo

 
At 13/9/06 6:02 p. m., Blogger El Cerrajero said...

Valladolid es fantástico, especialmente en invierno y en moto como sabe cualquier pingüinero de pro.

No me perdería viajar entre su fantasmagoŕica niebla por nada del mundo.

 
At 13/9/06 6:41 p. m., Blogger Bruno Mancha said...

Interesante artículo sobre sus impresiones de una ínclita ciudad como Valladolid. Es uno de los caprichos que aún tengo en mente y que reservo para cuando me sea posible. La lectura de su escrito naturalmente acrecienta mi ánimo para que me proponga hacerlo algún día.

Celebro que haya tenido tan feliz estancia en Valladolid.

Un cordial saludo.

 
At 13/9/06 8:10 p. m., Blogger Ninguno said...

Oh, cuánto elogio, mamma mía. Qué grata sorpresa la suya, victrix, una vez reparado este trasto tecnológico llamado ordenador (yo no sé si será el socialismo o la-culpa-la-tiene-aznar-, pero últimamente se me estropea cada dos por tres). Espero poder comentarle más a fondo su artículo en cuanto me libere (mañana, ahh, al fin) de mi última pieza académica no poco ruda (Estadística, usted sabe). Y, ole, qué bien, ¡viva mi Pucela!

Fdo: vallisoletana descontenta.

 
At 13/9/06 10:25 p. m., Blogger VICTRIX said...

Así es, pasé muy buen día en Valladolid. Yo personalmente les recomiendo que visiten de nuevo la ciudad o que lo hagan por primera vez a quien no haya estado nunca. Cerrajero, veo que comparte usted mis gustos por el invierno castellanoleonés, algo que me agrada y me sorprende, pues la gente suele huir de estos fríos que tanto me gustan.

Marta, deseoso estaré de poder leer sus observaciones y sus comentarios acerca de Valladolid y de mi artículo, de veras. Estoy seguro que su opinión será, por motivos obvios, mucho más exacta y fiel a la realidad que la que yo pueda dar después de caminar por esas calles unas cuantas horas. Mucha suerte con su examen. No tema a la Estadística, yo he llegado a la conclusión de que es mejor someterse al juicio exacto de los números que al criterio arbitrario de un profesor vanidoso.

Un saludo.

 
At 15/9/06 10:11 a. m., Blogger Ninguno said...

Pues mire que lo he leído y releído gustosa, pero no consigo dar con una opinión merecible a la luz de sus observaciones acertadas y meritorioas. Gracias por la mención, sobre todo. Pero fue casi una obligación para mí, al igual que cualquier otra petición que me solicite. Creo, ahora que lo pienso, que es quizá uno de nuestras grandes deficiencias como ciudadanos de Valladolid en este caso, de cualquier otra ciudad, o incluso de España: el hecho de que apenas sepamos el significado, la historia que se esconde detrás de cada calle y cada monumento por los que surcamos cada día, inmiscuidos en nuestro cotidiano ir y venir, sin apenas pararnos a pensar qué es de todos esos lugares que ciertamente desconocemos. Sepa que su artículo también a mí me ha ayudado, pues he recordado, e incluso aprendido, muchos de los hechos de esta ciudad en la que llevo toda una vida, así como la opinión respetabilísima de un visitante amigo. Y nada será igual cuando a partir de ahora cruce por la calle Miguel Íscar entre zanjas y zanjas, o por la misma plaza Circular (plaza Elíptica, como gusta llamar un amigo mío), muy cerquita de mi casa, o cuando observe atenta la estatua del Conde Ansúrez.

Ciertamente, Valladolid se encuentra ahora en "jornadas pre-electorales", esto es, todos los adoquines levantados. El tráfico, tanto automovilístico, como viandante, es terrible por el centro. Pero aun y todo, se puede entrever fácilmente lo mucho que esta ciudad tiene de Historia. Y, cómo no, es especialmente destacable la influencia de tres figuras: don José Zorrilla, don Cristóbal Colón, y don Miguel de Cervantes.

Permítame asegurarle que hizo usted una muy buena ruta por la ciudad, puesto que de un día se trataba, y en especial, con gran acierto en cada una de sus fotografías. Le felicito. Y le agradezco, ejem, la visita y el honorable lugar en el que ha dejado a Valladolid, en éste, su blog.

Saludos alegres.

 

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