21.1.07

LA CONSTITUCIÓN DE 1978 ES MEJORABLE

Antes de tratar acerca de la Seguridad Social me gustaría comentar otros dos temas interesantes. Mientras que el primero de ellos se lo propondré esta semana y es una crítica al sistema político y económico español atendiendo a alguno de los artículos de la Constitución española de 1978, el de la semana que viene nos hará ver que, pese a las razonables críticas que merece nuestro sistema, podríamos decir que nuestra situación es relativamente decente en comparación con la de otros países de nuestro entorno en lo que se refiere al liberalismo.

Ya sea porque lo vivieron o porque nos lo contaron, buena parte de los españoles somos conscientes de la complicada situación política en la que se encontraba este país cuando murió Franco y de cómo las diversas fuerzas políticas tuvieron que renunciar en la medida de lo posible a sus aspiraciones para posibilitar la instauración de un sistema democrático. En otras palabras, mientras que la izquierda y los nacionalistas renunciaron a la implantación de un modelo republicano y federal, la derecha se comprometió a respetar que España se configurase como un Estado autonómico y descentralizado que reconociese cierta autonomía a las Comunidades Autónomas. Ese acuerdo se concretó en el chapucero título VIII de la Constitución.

En lo referente a la economía la derecha española, que por entonces era bastante menos liberal que ahora, se conformó con que se reconociese “la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado” (artículo 38) y el derecho a la propiedad privada (artículo 33). En el resto de aspectos referidos a esta materia, la izquierda y los sindicatos, que en aquellos años eran menos dóciles que ahora, se aprovecharon de la escasa presencia de ideas liberales para ver satisfechas varias de sus reivindicaciones.

Todo esto que comento se puede apreciar perfectamente en la Constitución. Sin ir más lejos, y como ya les comentaba hace algunos días, a pesar de reconocerse el derecho a la propiedad privada y a la herencia, el artículo 33.2 establece que “La función social de estos derechos delimitará su contenido, de acuerdo con las leyes”; incluso cabría destacar el hecho de que el derecho a la propiedad privada no viene recogido como uno de los derechos fundamentales del capítulo dedicado a derechos y libertades sino que lo considera un derecho no fundamental. Por otra parte en el título VII, dedicado a economía y hacienda, se asegura en el artículo 128 que “Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general” y que mediante ley se podrá “acordar la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés general” Y, por si no era suficiente, el artículo 131 establece que “El Estado, mediante ley, podrá planificar la actividad económica general para atender a las necesidades colectivas, equilibrar y armonizar el desarrollo regional y sectorial y estimular el crecimiento de la renta y de la riqueza y su más justa distribución”

He decidido citarles los ejemplos más evidentes, pero hay muchos otros, aparte de éstos, que ponen de manifiesto que la Constitución española difícilmente podría ser considerada un texto liberal en lo que a materia económica se refiere.

En el aspecto político, y como les comentaba anteriormente, es cierto que la Constitución de 1978 posibilitó la transición política y la implantación de la democracia en España en tanto que consiguió poner de acuerdo a ideologías de signos muy diferentes, pero mismamente se podría haber conseguido este objetivo sin haber redactado el título VIII de una forma tan lamentable y chapucera ya que no debemos obviar que las diferentes Comunidades no sólo no accedieron a la autonomía por la misma vía, sino que, una vez alcanzada la autonomía, no todas adquirieron de inicio el mismo nivel de competencias. Y, como comentaba hace bastante tiempo, más lamentable si cabe fue el modo en que el texto constitucional recoge el reparto de competencias ya que lo hace de un manera completamente ambigua que recurre frecuentemente a expresiones del estilo a “sin perjuicio de” o que simplemente otorga al Estado la potestad de fijar las “bases” de una determinada materia (artículo 149). Ha sido entre otras cosas esa ambigüedad en la redacción de la atribución competencial lo que ha posibilitado los excesos que de vez en cuando cometen las Comunidades Autónomas a la hora de ejercer sus competencias. Ya que las circunstancias políticas obligaron a implantar un discutible modelo autonómico, al menos deberían haberse tomado la molestia de delimitar convenientemente y sin ambigüedades los límites entre el Estado y las Comunidades Autónomas.

Lo que está claro es que, mientras que la derecha española se ha liberalizado en parte, los socialistas son cada día más partidarios de la progresía intervensionista y de los pactos con los nacionalistas, como ya hemos podido ver en Cataluña y en Galicia. Y es esa actitud la que ha obligado a la derecha española a apoyar de modo tan evidente una Constitución que, especialmente para el sector liberal, es desde varios puntos de vista criticable.

14.1.07

A PROPÓSITO DEL MERCADO

En su comentario al artículo anterior El Espantapájaros manifestaba su deseo de que se planteasen nuevos temas económicos, y la verdad es que su petición no pudo llegar en mejor momento ya que es mi deseo comentarles una anécdota al respecto. Llegadas las vacaciones navideñas, y como suele suceder en la mayoría de los hogares españoles, toda la familia suele reunirse algún día para celebrar una de esas comidas a las que es obligatorio asistir y que se caracterizan por la cantidad de estupideces que se afirman y por su tendencia a derivar en discusiones estériles e improductivas. Pues bien, en tan extravagante evento tuvieron la ocurrencia de plantear cuestiones económicas del estilo a las siguientes: “Lo que no veo bien es que haya gente que, trabajando menos, gane más que yo” o “lo bueno que tiene España es la Seguridad Social”, además de destacar cómo el Estado puede generar riqueza mediante la construcción de obras públicas. Lo más curioso es que tales afirmaciones fueron vertidas por gente que trabaja en el sector privado. Pasemos a analizarlas.

“Lo que no veo bien es que haya gente que, trabajando menos, gane más que yo” Tal afirmación no tendría nada de sorprendente si quien la dijo fuese comunista pero eso no es así y por lo tanto habría que aclarar al respecto que en el sistema de libre mercado el precio de los bienes y servicios no viene determinado por la cantidad de horas de trabajo empleadas en los mismos, sino por el valor subjetivo que los demandantes otorgan a éstos así como por su escasez. Si se quebrantase este principio tan básico el sistema de fijación de precios quedaría tan adulterado que la consecuencia sería un colapso económico digno de la antigua Unión Soviética o de Corea del Norte.
“La cantidad de trabajo o de otros bienes de orden superior utilizados para la producción del bien cuyo valor analizamos no tiene ninguna conexión directa y necesaria con la magnitud de este valor” “En la vida práctica, nadie se pregunta por la historia del origen de un bien; para valorarlo sólo se tiene en cuenta el servicio que puede prestar o al que habría que renunciar caso de no tenerlo. Y así, no pocas veces, bienes en los que se ha empleado mucho trabajo no tienen ningún valor y otros en los que no se ha empleado ninguno lo tienen muy grande” Carl Menger, Principios de Economía Política, Capítulo III.
Antes de entrar en el complejo tema de la Seguridad Social hay que prestar atención a la tercera cuestión planteada: “El Estado puede generar riqueza mediante la construcción de obras públicas” Para rebatir tal argumento debemos prestar atención a las explicaciones de Hazitt. La construcción de obras públicas que no son necesarias y que tienen como único objetivo la creación de empleo son engañosas ya que éstas son financiadas con el dinero que los particulares pagan a modo de impuestos y que, de no emplearse en la construcción de tales obras, sería invertido en otros bienes y servicios que ahora ya no van a venderse. Todo consiste en un tema de costes de oportunidad, esto es, que para poder elegir una cosa tienes que renunciar necesariamente a otra, con la diferencia de que los individuos y el mercado asignan eficientemente los recursos mientras que el Estado no tiene esa buena costumbre. El problema es que, como afirmaba el economista liberal, la riqueza destruida no se percibe pese a que sea mayor que la que finalmente se ha creado. Cosa bien distinta son las obras públicas que son necesarias y que no son construidas con el único objetivo de “expandir la economía”.


La siguiente afirmación no es tan disparatada aunque sí discutible en cierta medida: “Lo bueno que tiene España es la Seguridad Social”. Este tema es lo suficientemente complejo como para dedicarle un artículo entero aunque ello no quita de que podamos adelantar aquí algunas ideas. A menudo los intervencionistas se aprovechan de los temores de la gente y afirman que si no hubiese Seguridad Social las personas que se pusiesen enfermas morirían o que los ancianos no tendrían pensión. Pero si el mercado ha demostrado funcionar mejor que el sector público cuando se trata de prestar cualquier bien o servicio, ¿por qué va a ser diferente con la sanidad? Si actualmente la sanidad privada es cara es porque hay escasa competencia debido a la intervención del sector público. Si uno mismo administrase el dinero que el Estado nos sustrae para pagarnos la Seguridad Social y parte del IRPF y si el mercado funcionase en un entorno de libre competencia, seguramente la prestación sanitaria recibida sería de mayor calidad y sobraría para planes de pensiones. Porque el secreto de la Seguridad Social es que el dinero pagado no se capitaliza, es decir, que no se crea un derecho real a nuestro favor que nos permita reclamar todo lo que hemos pagado. La única excepción que cabría sería la de sectores sociales como los menores a los que, debido al principio del individualismo, no se les puede hacer responder de los logros de los padres (de quienes dependen) cuando se trata de temas como sanidad y educación. Pero si me lo permiten trataré este asunto con más profundidad en otro momento.

7.1.07

LO QUE NOS DEJÓ EL 2006

En primer lugar me gustaría desearles a ustedes un feliz año, pese a que siempre he considerado que no hay motivo alguno para celebrar el cambio de dígito ya que mismamente se podría haber decidido que el año comenzase en otra fecha. Particularidades al margen, durante estas dos semanas he podido disfrutar de unas vacaciones que no suelo aprovechar en verano, de igual modo que he leído algún libro interesante de economía y que me he mantenido informado sobre la actualidad política dentro de lo posible. A partir de hoy volveré a actualizar este sitio como hasta la fecha viene siendo habitual, es decir, a final de semana en función de las obligaciones que deba atender. Asimismo intentaré ponerme al día en los próximos días y comentar los artículos escritos en los blogs en los que habitualmente participo.

Y una vez dicho lo anterior pasaré a comentarles mi opinión sobre algunos acontecimientos acaecidos en el año que recientemente ha terminado. Por supuesto, y como no podía ser de otra manera, he de comenzar por el reciente atentado de la banda terrorista ETA que no ha hecho sino confirmar lo que muchos ya nos temíamos y que algunos se negaban a creer: desgraciadamente los terroristas han vuelto a matar y a sembrar el pánico en España, esta vez en Madrid, poniendo así fin a la llamada tregua o alto el fuego permanente. El mal llamado proceso de paz de Zapatero resultó ser una trampa de la que ETA se aprovechó para obtener concesiones mientras intentaba engañar a muchos haciéndoles ver que a cambio de las mismas irían dejando la violencia. Pero los terroristas no dejarán las armas hasta que no se les conceda la independencia del País Vasco, la anexión de Navarra y la liberación de los presos. Como eso no se lo puede dar ni siquiera Rodríguez ZP, toda concesión que se haga no hará sino fortalecerles a ellos y debilitar el Estado de derecho. Lo mejor que podía hacer el señor presidente es dejar el cargo y hacernos un favor a todos los españoles, independientemente de la ideología que tengan.

En otro orden de cosas, y como ya viene siendo habitual en todos los años pares, la selección española de fútbol volvió a hacer el ridículo por el mundo, esta vez en Alemania. Tras un sorprendente primer partido, el juego de la selección fue de mal en peor hasta que nos topamos con Francia y la impotencia fue una vez más absoluta y esperada. Lo que convendría plantearse es si nuestra falta de oficio se debe meramente a aspectos futbolísticos o si en fondo se esconde un sentimiento de inferioridad y un escaso sentimiento nacional que se manifiesta en el deporte más seguido de este país. Porque sólo así se explicaría el éxito que a menudo se obtiene en baloncesto, balonmano, waterpolo y otros deportes individuales como tenis o automovilismo.

Otro asunto que nos dejó el año anterior fue la ley antitabaco, a la cual yo me opongo pese a no haber fumado nunca. Una cosa es prohibir fumar en los edificios públicos como forma de garantizar un mínimo respeto a quienes no fumamos, y otra cosa bien distinta es regular establecimientos privados como son los bares a los que las personas acuden libremente siempre y cuando los servicios ofrecidos satisfagan los demandados, como sucede en el libre mercado. Me pregunto si llegará un día en que nuestros dirigentes socialdemócratas respeten la libertad individual que se manifiesta a modo de contratos. Pero no acaba ahí el ataque al liberalismo ya que días más tarde los defensores de las “sensibilidades” se posicionaron al lado de los radicales y se opusieron a la libre publicación de las ya famosas viñetas; Occidente, con algún que otro politicastro a la cabeza, retrocedía otro paso frente a las teocracias.

Entretanto los amigos populistas de Zapatero se iban haciendo con el poder en Sudamérica en lo que algunos han llamado “el giro a la izquierda” Por fin nuestro lamentable presidente y su homólogo turco encontraron unos buenos compañeros de viaje para criticar el imperialismo estadounidense y el neoliberalismo salvaje que según ellos oprime a los pueblos del mundo, los mismos que al parecer van a salir de la pobreza a base de buenas dosis de nacionalizaciones, intervensionismo, restricción de las libertades individuales y Alianza de Civilizaciones. O eso creen ellos y los autodenominados intelectuales y artistas que son los encargados de difundir tan descabellado proyecto que mezcla populismo, socialismo e islamismo. Ya lo intuía Hayek, quien en la pirámide de las ideologías colocaba en la cúspide el liberalismo, y en la base, aunque alejadas unas de otras, las demás ideologías antiliberales y colectivistas, con la peculiaridad de que de unas ideologías a otras se podía pasar horizontal pero no verticalmente. Apuntado queda.

A nivel nacional, al margen del macabro regreso de ETA, seguimos preguntándonos qué fue lo que sucedió con el 11-M. Yo no soy quién para decir que la llamada “teoría de la conspiración” es cierta, ya que no soy ni policía ni politicucho para disponer de datos al respecto, pero lo que me parece muy extraño es que se nieguen a investigar todas las vías posible. Si para algunos dicha teoría es un absurdo y su refutación dejaría en evidencia a parte de la derecha española, ¿Por qué entonces se niegan a investigarla? También hay que destacar la marcha de Bono, que confirma que el Partido Socialista ha decidido abandonar el ya criticable camino de la socialdemocracia decente para derivar en la todavía peor progresía más sectaria y cuestionable que pacta allí donde se preste la oportunidad con nacionalistas excluyentes, dando lugar a estatuts intervencionistas. Y el que se oponga es un facha, término que ahora se emplea par definir a todo aquél que se opone al juego, ya se trate de liberales, de conservadores o de partidos como Ciudadanos de Cataluña, que a pesar de ser un partido de “centro-izquierda” parece seguir un camino más digno.

Seguramente olvido muchas cosas, pero no es mi intención aburrirles con acontecimientos sobre los que muy acertadamente ya escribieron ustedes en su día. Por lo tanto, y como ya les dije anteriormente, sólo me queda desearles un feliz año, y desear que en el 2007 se avance en la consecución de los fines del liberalismo.