16.3.07

LIBERTAD FRENTE AL TERRORISMO

En primer lugar, y antes de entrar a tratar el tema de hoy, he de comentarles que durante las últimas semanas me han mantenido especialmente ocupado diversos exámenes y trabajos que he tenido que atender. A ello hay que unir mi deseo de concederme un pequeño descanso en lo que respecta a asuntos políticos para dedicarle más tiempo a alguna que otra actividad que tenía desatendida por falta de tiempo como sucedía con la lectura por ejemplo. A partir de ahora actualizaré este sitio con la frecuencia que venía siendo habitual, es decir, semanalmente, e igualmente volveré a comentar los escritos publicados en los blogs que visito habitualmente. Tras estas primeras aclaraciones paso directamente a comentarles el tema de hoy, sin olvidar que tenía pendientes otros dos escritos sobre los que trataré en las próximas semanas. Pues bien, como ya se podrán imaginar, me referiré a la gran manifestación convocada por el Partido Popular, a la reacción del Gobierno y de quienes le son afines y a la situación que está viviendo España en la actualidad.

Sin ser mi intención ser repetitivo, una de las cosas que tengo más claras sobre la banda terrorista ETA es que, a mi modo de ver, no dejará las armas mientras no consiga la independencia, la anexión de Navarra y la liberación de todos los etarras. Por lo tanto toda concesión que se haga a su favor no les va a persuadir de su objetivo final y únicamente servirá para hacerles ver que con el chantaje pueden ir consiguiendo poco a poco sus objetivos en caso de que exista un gobierno débil como el que padecemos en la actualidad. Y no sólo eso, sino que con esas concesiones lo que consigue es tener más fuerza para poder exigir nuevos objetivos con el paso del tiempo. Es este el contexto en el que debemos situarnos para poder entender cuál será el futuro de este “proceso de paz”. Los terroristas intuyeron la debilidad del Gobierno al ver cómo un atentado en Barajas que provocó dos muertos apenas hizo cambiar su postura y eso fue lo que llevó a De Juana a ponerse a dieta y lo que les llevará a exigir que se les permita una representación electoral. La única forma efectiva de derrotar al terrorismo es hacerle frente desde medios policiales y judiciales.

En el caso de la prisión atenuada al etarra, la explicación que dio el gobierno fue que se atendía a criterios de humanidad para evitar que aumentase la crispación o algo así, una excusa tan socorrida y políticamente correcta que obviamente carece de todo sentido ya que el efecto que ha producido es justo el contrario y muestra de ello son las manifestaciones y la situación social en que está inmerso el país, aunque sobre eso me referiré más adelante. De lo que se trata ahora es de destacar la explicación tan absurda que han dado para evitar reconocer que su decisión se debe al chantaje de un terrorista y que se enmarca dentro de la política de concesiones que se está adoptando con respecto a ETA. Como ya se ha comentado en varias ocasiones no es posible atender a criterios de humanidad cuando la situación la ha creado el propio sujeto, porque en ese caso se tendría que aplicar el mismo criterio con todos los presos que haya en cárceles españolas y que emprendan voluntariamente una huelga de hambre. También carente de sentido fue la comparación con la actuación del Partido Popular ya que en, primer lugar, muchas de las decisiones similares que tomó el anterior Gobierno no dependían de su voluntad sino de la ley y en segundo lugar no es lo mismo acercar presos al País Vasco que la decisión adoptada con De Juana. Asimismo, en caso de que se le pueda reprochar algo al PP en ese sentido, eso no hace que la actuación del PSOE vaya a ser menos rechazable.


En este contexto no es extraño que la actuación del Gobierno haya provocado una reacción popular que lleve a la gente a manifestarse y a mostrar su rechazo, ya sea a modo de concentraciones en ayuntamientos y plazas mayores o en grandes manifestaciones como la del pasado 10 de Marzo. Y es éste otro punto que me interesa comentar. Salvo actos de rechazo general, como sucedió con el 23-F o con los atentados del 11-M, nunca antes había acudido tanta gente a una manifestación en rechazo de una actuación concreta de un Gobierno y nunca la sociedad española había estado tan dividida y enfrentada como a día de hoy. Esta situación pone de manifiesto que el Ejecutivo está rebasando por primera vez en nuestra reciente historia democrática algunas líneas que se consideraban inamovibles como por ejemplo los criterios sobre los que se orientaba la lucha antiterrorista o los límites que no debían rebasar los nacionalismos. Desgraciadamente el señor Zapatero parece creer que con esa actitud tan inconsciente se muestra más inconformista, progresista y revolucionario. Eso no sólo le hace quebrantar esas dos líneas fundamentales sino que también le lleva a inexplicables alianzas con Marruecos (abandonando el Sahara a su suerte), a intentar aislar a un partido político, a rechazar la religión católica como nunca se hizo desde 1978, a enfrentarse tan abiertamente con Estados Unidos y otras políticas encaminadas en la misma línea.


También me gustaría destacar otros dos aspectos de la manifestación. El primero de ellos es la gran cantidad de gente que acudió, lo cual confirma lo que exponía anteriormente: Hay mucha gente que considera que se están planteando ciertas cuestiones que antes ni se imaginaban y consecuentemente el rechazo a esta situación es amplio, independientemente de cifras y de ideologías políticas. Con lo de las cifras me refiero al número de manifestantes, que ronda nada más y nada menos que entre 200.000 y dos millones. Lo que está claro son dos cosas. Una es que, fuesen un número u otro, nunca antes una manifestación parecida recibió tanto apoyo así que en ese sentido habría que analizar el dato en término comparativos con otras convocatorias. Y otra es que hay mucha gente que no pudo acudir a Madrid y que se opone frontalmente a la actuación del Gobierno, como me sucedió a mí sin ir más lejos. Es decir, que, obviamente, las personas que se oponen al señor Zapatero no son únicamente las que acudieron a la manifestación. Por otra parte, cuando me refiero a las ideologías hay que destacar que hay gente que se opone a lo que está sucediendo sin tener que ser necesariamente afín al Partido Popular. Incluso hay cierto sector socialista que, dentro de lo cuestionables que me puedan parecer sus ideas socioeconómicas, mantiene posturas respetables en lo que a política nacional se refiere.


Y el segundo aspecto sobre el que quiero llamar la atención es sobre la mala costumbre que ha arraigado en la izquierda española y que consiste en calificar de fascistas, fachas o “aguiluchos de la derecha más extrema” a quienes piensan diferente a ellos, una actitud que, dicho sea de paso, se comenta que fue ideada por el camarada Stalin en la Unión Soviética. (Por cierto, en la foto que se muestra en esa página, ¿Lo que hace Pepiño es decirnos cómo son de grandes los aguiluchos?) Lo que comento es especialmente preocupante porque hacía mucho tiempo que no se llegaba a utilizar tales términos en la sociedad española para definir a un amplio sector cuya única muestra de fascismo es oponerse a la excarcelación de un terrorista que ha matado a 25 personas inocentes. La muestra más inaceptable de semejante sectarismo fue la de llegar incluso a afirmar que quienes acudieron a la manifestación del 10 de Marzo recuerdan a los franquistas “incluso por el aspecto físico de los asistentes” Sinceramente me parece delirante. Por cierto, ¿Cómo es la cara de franquista? Vuelven a recordar una vez más el año 36 y a identificar la bandera española con la “derecha extrema”, que no “extrema derecha” ya que la utilización de este término les haría parecer más extremos todavía. Pero esperemos que la gente no se deje engañar, porque nada hay en la derecha de ahora que recuerde a la de entonces, cosa que no se puede decir precisamente de la izquierda. Y disculpen la utilización de las palabras “izquierda” y "derecha”, pues saben que no soy muy partidario de su uso en el ámbito político. Además no hay más que ver el civismo reinante en estos últimas manifestaciones con el de las celebradas contra la guerra de Iraq y la globalización.