26.11.06

LA CRISIS BURSÁTIL DE 1929

La verdad es que los artículos económicos son poco habituales en los blogs, aunque no por ello son menos interesantes, especialmente los que están relacionados con temas históricos y que además pueden ser analizados desde las diferentes ideologías políticas y económicas referentes al intervensionismo en la economía. Un ejemplo podría ser el del crack del 29. Cuando un liberal comenta temas económicos con un intervensionista le suele rebatir los argumentos en poco tiempo ya que los tradicionales “fallos del mercado” son muy subjetivos y no son tan evidentes como pueda parecer. Una vez que han asumido que el mercado funciona perfectamente acaban por aludir a aspectos de justicia social y de redistribución. Y finalmente consideran como último punto a su favor la depresión del 29 como ejemplo de las devastadoras consecuencias que puede producir el capitalismo “salvaje”. Ese argumento también es erróneo.

En primer lugar hay que decir que el hecho de que Estados Unidos sea uno de los ejemplos más claros de liberalismo económico no significa que todo lo que allí suceda, ya sea para bien o para mal, sea efecto del capitalismo ya que ha habido momentos históricos en que han adoptado políticas más intervensionistas. Y en segundo lugar hay que añadir que la depresión del 29 no se debió a la falta de intervención, sino más bien al contrario, es decir, al incremento de la masa monetaria por parte de la Reserva Federal y a su posterior reducción. Ello se debió tanto al miedo a una recesión como al deseo de equilibrar los tipos de interés estadounidenses a los ingleses para evitar la fuga de dinero a EEUU. En Inglaterra el Banco Central se negó a subir los tipos de interés cuando era necesario de manera que, al ser estos especialmente bajos, los inversores ingleses preferían tener su dinero en dólares. Como a EEUU no le interesaba que su principal aliado europeo se debilitase económicamente, aumentó su oferta monetaria para hacer bajar los tipos de interés, igualarlos a los ingleses y evitar así la fuga de capitales.

El precio del dinero bajó y este factor, unido a la gran liquidez que produjo, hizo que aumentasen considerablemente las inversiones. Todo ello se empezó a reflejar en el mercado bursátil y muchas empresas observaron que una buena forma de enriquecerse era mediante la ampliación de capital y la revalorización de sus acciones. Es decir, que la principal fuente de ingresos de muchas empresas era más bien la especulación que el reparto de dividendos que podría tener una empresa eficiente que obtuviese sus beneficios de la actividad productiva. No obstante, y por improductivas que fuesen las empresas, los productos se vendían. Cuando el jueves 24 de Octubre unos deudores no obtuvieron compradores para sus títulos, los Bancos les requisaron las acciones para liquidar la deuda contraída. La venta de acciones por parte de los bancos y la falta de compradores hizo que la gente quisiese deshacerse de sus acciones lo antes posible por temor a una crisis.

De todas formas no se podía decir que el sistema estuviese completamente en crisis en Octubre de 1929 porque, como se ve en el gráfico, en 1930 todavía había beneficios. La explicación a esta situación es que hasta 1930 se redujo la oferta monetaria menos del 3% y a partir de ese año en un 30%. Efectivamente, la especulación surgió por un incremento excesivo de la masa monetaria y la crisis se produjo por una mala política de la Reserva Federal. Además aumentaron los tipos de interés. Intervensionismo mal aplicado. La Fed creía que la manera de poner fin a la especulación era enfriar la economía y reducir el dinero pero lo que realmente provocó fue que numerosos bancos careciesen de liquidez y quebrasen ya que no había dinero para devolver a todos sus clientes. Igualmente quebraron las empresas poco productivas que tenían como principal fuente de beneficios la especulación bursátil a través de la revalorización de acciones.

La gran depresión no se habría producido si la Reserva Federal no hubiese incrementado tanto la masa monetaria durante los años 20 y si no la hubiese contraído tan drásticamente en los años 30. Los bancos no habrían quebrado y las empresas no habrían cerrado. La solución correcta habría sido reducir los tipos de interés y mantener constante la oferta monetaria antes de que comenzase la deflación (caída de los precios) porque este fenómeno es mucho más perjudicial y difícil de controlar que la inflación. Los productores bajan los precios para cubrir al menos los costes fijos y no tener que cerrar y los consumidores, ante la constante bajada de precios, deciden no comprar en el presente porque presumiblemente los precios serán mucho más bajos en el futuro. Además aumenta el valor real de las deudas pendientes. Por cierto, el New Deal, que para algunos fue la confirmación de las teorías Keynesianas, lo que realmente consiguió es que la recuperación fuese más lenta. La conclusión que debemos extraer es que cualquier medida intervensionista incorrecta puede traer consecuencias nefastas para la economía. Esperemos no caer en los mismos errores.

19.11.06

LAS VERDADERAS CAUSAS DE LA POBREZA

Si algo quedó sobradamente demostrado a lo largo del siglo pasado es que las teorías marxistas eran incorrectas, y así se demostró tanto desde una perspectiva teórica como desde un punto de vista práctico, como se pudo ver con la gran diferencia que había entre el bloque capitalista y el bloque comunista en lo que se refería a desarrollo económico, libertades y progreso. De hecho yo suelo comentar que la construcción del muro de Berlín fue la muestra más evidente de que los propios dirigentes socialistas reconocían el fracaso de su gestión política y económica, aunque otra cosa es que lo quisiesen reconocer. Una vez que quedó demostrado que el capitalismo era el modelo a seguir, lo que se ha argumentado desde sectores autodenominados progresistas es que el capitalismo “salvaje” es el causante de la mayor parte de los problemas del planeta y, como no podía ser de otra manera, también del problema de la pobreza en el tercer mundo. Ya saben ustedes, las multinacionales explotan a los países pobres y los egoístas gobiernos occidentales no donan tanto dinero como deberían.

Sin embargo muchos países asiáticos han venido a confirmar que la liberalización de los mercados es capaz de aportar progreso y desarrollo económico a los países en desarrollo que se decantan por la fórmula del liberalismo hasta tal punto que bajo la denominación de “nuevos países industriales” han llegado incluso a competir en productividad con los productos occidentales. Esto resulta tan evidente que incluso China, un país considerado comunista, ha decidido optar por una apertura económica que le ha llevado a incrementar considerablemente su PIB en los últimos años; a este proceso liberalizador le han denominado “socialismo de mercado” Una vez planteados estos ejemplos hay mucha gente que se pregunta por qué motivo los países africanos siguen viviendo en la pobreza pese a los intentos por liberalizar la economía. Como comentaba antes, los progresistas y las Organización No Gubernamentales consideran que los motivos son tanto el capitalismo como el egoísmo de muchos países occidentales que se niegan a donar el famoso 0,07% de su Producto Interior Bruto. Pues bien, según creo yo los argumentos son falsos.

El principal motivo por el cual el continente africano se encuentra sumido en la más absoluta pobreza es principalmente la corrupción y la falta de seguridad jurídica. De nada sirve que nuestros gobiernos occidentales nos ahoguen a impuestos para enviar fondos a los países pobres si ese dinero lo reciben unas instituciones y unos dirigentes completamente corrompidos. Y es que no es la primera vez que aparece en el periódico un dirigente de un país africano rodeado de toda clase de lujos cuando los ciudadanos de su país mueren de hambre. E igualmente hay que tener en cuenta el factor de la seguridad jurídica ya que resulta evidente que ninguna empresa tiene interés en implantarse en un estado e invertir en proyectos a largo plazo cuando apenas se respeta el derecho a la propiedad privada y cuando la situación política es tan inestable que en cualquier momento se puede desencadenar una guerra civil o un golpe de Estado. El liberalismo económico es algo que debe ir íntimamente ligado al liberalismo político y al respeto de la propiedad privada.

Tampoco hay que olvidar que muchas ONG no contribuyen precisamente a terminar con la pobreza al oponerse al libre comercio, por no recordar que algunas de ellas tienen escasa transparencia o que otras de reconocido prestigio critican insistentemente la situación de los derechos humanos en EEUU en vez de centrarse por ejemplo en Cuba o en Irán, ejemplos de dictaduras comunistas y teocracias defendidas por los intelectuales frente al “imperio”. Tampoco hay que olvidar a la ONU, la institución de lo políticamente correcto que está completamente desprestigiada y en la que se mueven dictadores con total libertad. Los países pobres dejaron pasar una gran oportunidad a finales de los 70, cuando los tipos de interés no eran muy altos y podían haber devuelto parte de la deuda externa e invertirdo en empresas productivas. En los años 80 el precio del dinero subió y muchos países pobres cometieron el disparate de aumentar la oferta monetaria rápidamente, lo cual elevó la inflación. A día de hoy la solución es complicada, pero no tanto como parece: liberalismo político, liberalismo económico, seguridad jurídica y evitar guerras y conflictos civiles.

Por cierto, como ya han hecho otros, yo también quiero recordar la triste noticia de la muerte de Milton Friedman, uno de los grandes liberales del siglo XX y principal exponente de la Escuela de Chicago.

“Si un intercambio entre dos partes es voluntario, no ocurrirá a no ser que ambos crean que se van a beneficiar de él. La mayoría de las falacias en economía derivan de la negación de este concepto tan simple, de la tendencia a asumir que hay una traba insalvable, que una parte puede ganar solo a expensas de la otra”

11.11.06

¿QUÉ MODELO UNIVERSITARIO ES PREFERIBLE?

Tras una semana especialmente atareada en todos los aspectos, ayer estuve leyendo diversos artículos y noticias en los diferentes medios de comunicación y uno de ellos volvió a recordarme algo que ya me habían comentado alguna vez. Al parecer hay algunos alumnos australianos que se ven obligados a prostituirse para hacer frente a unos gastos universitarios que ascienden en ocasiones a los 25.000 euros. La noticia me sorprendió tanto que intenté buscar otros artículos de contenido similar para comprobar si era cierto, y encontré una noticia en “El Periódico” en la que se comentaba prácticamente lo mismo que en la anterior, aunque esta vez se trataba de estudiantes ingleses. El asunto desde luego da mucho que pensar aunque sigo preguntándome si lo que plantea es realmente cierto y hay datos fiables que así lo demuestren o si se trata de tópicos y de historias que carecen de cualquier fundamento. El caso es que, independientemente de la veracidad de la información, resulta interesante plantearse las diferencias entre la educación universitaria anglosajona y continental.

Y es que no debemos pasar por alto el dato que nos facilita este artículo de Libertad Digital en el que se afirma que “este año todos los ganadores de los premios Nobel científicos son norteamericanos” Por lo tanto se nos plantean dos sistemas diferentes, cada uno con sus ventajas y sus inconvenientes. No cabe duda de que el sistema universitario anglosajón, y especialmente el estadounidense, es especialmente exigente y caro, aunque los resultados son bastante más satisfactorios que en Europa. La especialización es evidente porque sólo así se explica el hecho de que la mayor parte de premios Nobel sean conseguidos por estudiantes de EEUU, un país que se encuentra a la cabeza del mundo en lo que respecta a avances científicos. Y eso por no hablar de lo que esos estudiantes saben al terminar la carrera en comparación con los europeos y más en concreto con los españoles. Además del alto coste de los estudios y de la especialización, resulta significativo que el número de estudiantes en proporción a la población es mucho menor que aquí, lo que significa que, en esos sistemas, estudian quienes realmente tienen vocación, y el hecho de cursar estudios universitarios no es algo tan exigible a ojos de la sociedad como pueda suceder en España.

Ante esta situación nos puede surgir la pregunta de si es realmente justo que haya estudiantes que se vean obligados a trabajar por no tener recursos suficientes para pagarse los estudios. He intentado leer varios artículos sobre la educación pública y privada y la verdad es que no he llegado a una conclusión clara. Sí, el liberalismo se nos ha presentado como el mejor sistema económico y en ese sentido todas las actividades económicas deberían liberalizarse lo más posible, de igual modo que se deberían privatizar las empresas públicas y reducir el impuesto de sociedades. Es justo que el mercado dé a cada uno lo suyo sin que el Estado intervenga y devalúe los incentivos y las leyes del mercado. Pero tampoco debemos olvidar que un estudiante no tiene por qué tener tantos ingresos y, si bien es cierto que los ciudadanos no se deben aprovechar a través de los servicios públicos de lo que otros ganan gracias a su mayor esfuerzo, no es menos cierto el hecho de que los estudiantes no tienen para nada culpa de la vida que hayan decidido elegir sus padres, porque al fin y al cabo son personas independientes.

Es decir, el Estado únicamente debe intervenir en contadas ocasiones: Cuando las empresas privadas no encuentren rentable desarrollar ciertas actividades que son necesarias, para satisfacer ciertas necesidades básicas sin que ello signifique poner trabas intervensionistas a la empresa privada, para ostentar la potestad de la justicia y de las fuerzas del orden y para proteger a ciertos sectores de población que no pueden satisfacer sus necesidades por si mismos, esto es, garantizar sanidad y educación para aquéllas personas que no tienen culpa de la incompetencia o de los escasos recursos de quienes inevitablemente dependen económicamente. Además no debemos olvidar que no todas las ciudades disponen de universidad, lo cual implica gastos adicionales. Ahora bien, que se permita estudiar a quienes tienen pocos recursos para ello no significa que el sistema educativo permita la vida ociosa y la vagancia generalizada a costa de los recursos de otros porque, ya que se permite en estos casos excepcionales la intervención estatal, no se debe desaprovechar y malgastar por respeto a los contribuyentes.

Por lo tanto consideraría necesario que se estableciesen ciertas medidas para evitar esto: En primer lugar endurecer el sistema educativo en la etapa previa a la Universidad para evitar que, quien no sea capaz de superar los estudios universitarios, no desperdicie recursos que les están siendo arrebatados a los contribuyentes a modo de impuestos. No se debe incurrir en el abuso. Y en segundo lugar sería buena idea incrementar sustancialmente (no un poco sólo) el precio a partir de la tercera matrícula (incluida ésta también) en cualquier asignatura de la carrera. Y, quien no tenga dinero para hacer frente a estos pagos adicionales, no sería privado de estudiar sino que debería abonarlos en diferentes plazos cuando terminase sus estudios y empezase a cobrar; sería algo así como pagar una deuda que el Estado ha contraído por nosotros con los ciudadanos que pagan impuestos. Este es un método muy eficiente de garantizar la educación gratuita a los buenos estudiantes, de terminar de una vez por todos con la horrenda vagancia y ociosidad de quienes despilfarran los impuestos y de apartar a modo de “multas” por escaso rendimiento a quien suspenda compulsivamente y, dada su incapacidad para el estudio, esté desperdiciando el dinero de unos buenos contribuyentes que le permitirían a uno estudiar gratis, pero no aprovecharse sin más de esta situación

3.11.06

LA REGULACIÓN DE LAS DROGAS A DEBATE

Uno de los temas más controvertidos en el aspecto social es el de la legalización de las drogas, y en relación a este asunto me topé en el suplemento de fin de semana de Libertad Digital con este interesante artículo en el que se pretende abordar el tema, especialmente en sus últimos párrafos, desde una comparación con lo sucedido en Estados Unidos en los años 20 con la ley seca. Dice así: “El ejemplo de la famosa Ley Seca norteamericana debería servir de lección para enseñarnos todo lo que no se debe hacer.” Quizá la afirmación y el posicionamiento del periódico frente al problema de las drogas pueda parecer contradictorio a quienes consideran erróneamente a Libertad Digital como un medio “muy de derechas” pero, al margen de falsos tópicos, lo cierto es que varios economistas liberales de prestigio dudan de la eficacia de considerar a las drogas ilegales. Entre quienes defienden estas posturas se encuentra, entre otros, el laureado Milton Friedman (Escuela de Chicago), uno de los referentes de las doctrinas económicas liberales.

En primer lugar les hago saber que me opongo frontalmente al consumo de drogas y que ni tan siquiera tengo una postura claramente definida acerca de la conveniencia de legalizar o de ilegalizar estas sustancias, pero ello no impide que pueda manifestar algunos de los argumentos que han sido planteados por liberales de reconocido prestigio.

El primer punto que abordaré, claro está, es el económico y en referencia al mismo se podría decir que la ilegalización actúa involuntariamente a modo de cártel, algo que beneficia indudablemente a las grandes mafias que se aprovechan de las ventajas que los mercados oligopolistas ofrecen a los productores. El hecho de que el “cultivo, elaboración o tráfico” de drogas sea punible hace que el pequeño empresario no se introduzca en el mercado ante la incapacidad de librarse de la presencia policial dada su escasez de medios técnicos para ello, lo cual reduce la oferta y aumenta el precio. Esta circunstancia es especialmente beneficiosa para las grandes mafias que sí disponen de los medios necesarios para evitar la detección policial (lanchas, aviones etc) y que obtienen grandes cantidades de dinero ante la ya citada situación oligopolista que se les presenta.

También habría que destacar que su prohibión genera delincuencia indirecta. Como ya se ha dicho, la escasez de oferentes hace inevitablemente que los precios suban si la curva de demanda no se desplaza en el mismo sentido, y estos precios elevados son inalcanzables para unos consumidores que generalmente disponen de escasos recursos económicos y cuya adicción les lleva a robar para conseguirla. Por si ustedes lo dudaban, tampoco me iba a olvidar hoy de los politicuchos, y es que otra de las consecuencias negativas que supone la ilegalización es la corrupción que genera. Asimismo, en el plano policial los policías que se dedican al control de estas sustancias bien se podrían dedicar a combatir la incipiente inseguridad ciudadana, y en el aspecto judicial se agilizaría el sistema y las cárceles probablemente se encontrarían mucho menos saturadas.

Pero al fin y al cabo estos son argumentos relativos salvo el económico, que es irrefutable, y en ese sentido se podría justificar su ilegalización desde aspectos sanitarios, sociales y éticos. Desde el punto de vista sanitario, uno de los argumentos sin duda más sólidos es el de la defensa de la salud de los fetos, los cuales se ven perjudicados cuando su madre consume droga ya que se ha demostrado que este consumo repercute negativamente en su peso y en su capacidad mental. Al respecto, los liberales afirman que es imposible investigar tratamientos eficaces y aplicarlos porque las madres temen ser acusadas de consumir dichas sustancias; y en el caso de ser legalizadas muchas mujeres que consumen drogas serían más propensas a someterse a tratamientos que beneficien la salud de sus hijos. Igualmente, si su venta y distribución estuviese permitida, regulada, y sometida a controles de sanidad, se reducirían las muertes por consumir sustancias adulteradas, como se demostró cuando se derogó la ley seca.

Por último también se suele plantear el tema, como comentaba anteriormente, desde un punto de vista ético y de consumo. En lo que respecta al consumo lo que se teme principalmente es que la legalización incremente el número de oferentes lo cual supondrían un descenso en el precio, incentivando esto el consumo. El argumento es válido en teoría, pero al ser las drogas una sustancia adictiva su curva de demanda suele ser rígida o poco sensible a los cambios de precio, de modo que quienes la consumen no lo harán en mucha mayor proporción, y quienes no la consumen no lo harán por el mero hecho de que se liberalice el mercado. Desde el punto de vista ético se argumenta que el derecho penal tiene como objetivo proteger los bienes jurídicos, y como la salud humana presumiblemente lo es, en ese caso las drogas deben estar ilegalizadas. Pero, ¿se han preguntado cuántas muertes al año causa el tabaco por cáncer de pulmón? ¿Y qué me dicen de la gente como yo, que no fumo y tengo que aguantar la peste del tabaco en cualquier bar?

Por lo tanto, y por concluir ya, pues no es mi intención aburrirles, el debate consiste en dar prioridad a las cuestiones morales o a los argumentos que recomiendan su legalización. Sí, el consumo de drogas es completamente desaconsejable y los drogadictos son gente a menudo peligrosa que debería estar controlada. Pero también los alcohólicos y muchos otros. Y los policías dedicados a perseguir a las mafias y a los drogadictos peligrosos sólo tendrían que preocuparse ahora de la segunda de estas tareas. Lo que algunos liberales aconsejan es su legalización con una regulación semejante a la del tabaco y las bebidas alcohólicas, esto es, que estuviese restringida a los menores y sometida a controles de calidad. Pero, ¿se aprovecharían las mafias de las sustancias que no pasasen los controles? Sin duda el asunto es muy complejo y hay posturas para todos los gustos, pero los argumentos arriba mencionados deben cuanto menos ser tenidos en cuenta, aunque luego sean rechazados por diferentes motivos éticos y morales de peso.